Sobre el carnaval [Borrador]

Si conoces algún carnaval de seguro en algún momento te has puesto a pensar en toda la magia que acontece en los días que "oficialmente" dura, pero ¿has pensado en todo el trabajo previo que conlleva?

Tal como Tobar Quitiaquez (...) lo dice: "La fiesta es una obligación" para las comunidades que repiten el carnaval anual o bienalmente, pues la gente necesita del carnaval para gritar cosas, para disfrutar sin pensar en el mañana, para no tener tapujos y para sacar muchas cosas de sí mismx.

En ese sentido, tomar la decisión de ser realizadorx o trabajarle al carnaval implica una labor de tiempo completo. Se llamen artesanxs, músicxs, matachines o danzantes, cada quien termina dedicándole muchos pensamientos, emociones y un montón de esfuerzos a lo largo de todo el año. 

Es poderosísimo cómo la felicidad de la fiesta anima a mover cielo y tierra para ensayar y crear en los únicos tiempos libres que deja la vida laboral, a ahorrar o a endeudarse para pagar vestuarios coloridos y detallados, así como a invertir mucho más en materiales y esfuerzo de lo que es posible ganar (si es que se gana).

Así mismo, toda esa magia se soporta en un fuerte entramado comunitario, el cual pasa por las familias, los barrios y las amistades. De ahí que no sea tan descabellado hablar del carnaval como un "movimiento social" con gran potencial transformador y estético... es que ver a los colectivos coreográficos ensayando de noche por las calles de Pasto es impresionante: escuchar cómo retumban a lo lejos algunos ritmos andinos hace que la emoción crezca y crezca.

Cada que el Carnaval nos alcanza y nos atraviesa, reafirmamos que es un horizonte que mueve nuestras vidas e iniciativas. Razón por la cual no solamente acontece, sino que nos deja muchas reflexiones partiendo de lo que nos incomoda, nos duelen o que simplemente llaman nuestra atención. 

Por ejemplo, nos preocupa la mercantilización de los espacios de la fiesta en el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto, ya que debido a la injerencia de diversas empresas privadas, esos espacios se están trasladando a las "Tascas", dejando de lado el festejo o la verbena popular en las calles. 

Por otro lado, nos preguntamos sobre el espacio público y la "gratuidad del carnaval", pues resulta indignante salir de la magia del carnaval y la emoción de ver las hazañas de lxs artesanxs para entrar en discusiones violentas sobre quién se adueña del suelo para poner sillas o bancos para cobrar por ellos. Comprendemos que de seguro esa venta o alquiler es una forma de las personas de bajos recursos para adquirir algo de dinero, pero claramente es una actividad que desde Corpocarnaval está prohibida.

Finalmente, nos emociona encontrar diversas similitudes con otro Carnaval de Colombia como lo es el de Riosucio, pues en ambos existen muchos acontecimientos importantes que están inspirados en las memorias de nuestrxs ancestrxs, tanto indígenas como negros.

Para el Carnaval, ¡toda la vida!

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